En Chile un 22% de las personas tituladas en carreras tecnológicas son mujeres y apenas el 38% de la investigación es desarrollada por mujeres. Uno de los porcentajes más bajos de toda Latinoamérica. Este dato y otros más confirman el bajo valor que las mujeres vemos en las carreras universitarias STEM.
Las razones en general son conocidas, somos muchas las que crecimos convencidas de que los hombres eran mejores para las matemáticas o que ellos eran más brillantes para ciertas asignaturas, también sabemos que las mujeres son más incentivadas a las carreras más relacionadas con el servicio y los cuidados: enfermera, profesora, trabajadora social, entre otras.
Han pasado los años y estos estereotipos se han vuelto una barrera cultural en contra de las mujeres. Tanto así que a partir de sexto básico, las niñas pierden el interés en desarrollar habilidades digitales.
Frenar esta brecha es urgente, más si es que se estima que alcanzar la igualdad de género para las mujeres costará 300 años al ritmo de progreso actual. ¿En qué estamos fallando? ¿Cómo podemos hacer frente a esta realidad? En Fundación Kodea creemos que la escuela y los y las docentes juegan un papel fundamental en la autopercepción de las niñas en estas áreas. Por ejemplo, un estudio realizado en América Latina por UNESCO, revela que entre el 8% y el 20% de los y las docentes de matemáticas en sexto grado creen que éstas son más fáciles de aprender para los niños, lo que genera un impacto en las interacciones en la sala de clases.
Hoy con toda la información tenemos, sabemos que el profesorado cumple un rol relevante en romper esta brecha. Son los encargados de motivar a sus estudiantes independientemente del género, a aprender sobre tecnología al igual que en el resto de las asignaturas. Diversas instituciones reconocen que exponer a las niñas al pensamiento computacional durante sus primeros años de formación puede brindarles igualdad de oportunidades en los campos técnicos.