Hace casi siete décadas que Peter Drucker, planteó que la estrategia es un commodity y la implementación, un arte. Hoy vuelve a resonar, porque el cómo en la era digital es el que imprime la velocidad necesaria para mantener vital la oferta de valor. Si bien es clave identificar ‘el problema que queremos resolver’ (propósito); lo realmente disruptivo es la rapidez con que leemos el entorno y adaptamos nuestras estrategias.
Una parte de la crisis que viven las instituciones -desde el Estado hasta empresas de todos los tamaños- es la tensión provocada por el tránsito entre un viejo y un nuevo paradigma de gestión. Al mirarlo generacionalmente, estamos frente al ocaso de los últimos 40 años de management de los baby boomers y los nuevos sistemas y creencias que lideran los millennials.
Las organizaciones en proceso de transformación digital pueden testificar que el cambio cultural es siempre el más costoso. Lo revolucionario de las exitosas -sobre todo de las grandes tecnológicas- ha sido transitar desde antiguos modelos de gestión por dirección y control, hacia la colaboración ágil, logrando una vitalidad y capacidad de sobrevivencia superior. Pasar de una organización vertical conducida por “hombres sabios” hacia una horizontal basada en la colaboración, requiere modelar la manera en que las personas y equipos interactúan y eligen las mejores opciones posibles.
“Equilibrarse al borde del caos” (EDGE, 2019) implica que todos aprendan a trabajar en una estructura liviana y orquestada, en donde la incertidumbre e incluso las soluciones parche son aceptadas. Esto incluye a directores y accionistas que deben superar el paradigma centrado en el costo y eficiencia hacia uno enfocado en la velocidad y adaptación, lo que exige establecer un diálogo profundo (y una escucha activa) con todas las personas del sistema. La idea es lograr el ADN de una startup.
En Chile vemos ejemplos de organizaciones en proceso de obsolescencia, que no cuentan con los componentes claves de una organización inteligente (Peter Senge, MIT) como el dominio personal (asociado al growth mindset), modelos mentales, construcción de una visión compartida y de aprendizaje en equipo. Todos componentes que redundan en el ansiado pensamiento sistémico.
Así como abogamos por un Estado más ágil; necesitamos también partidos políticos, gremios y empresas más inteligentes, flexibles y resilientes. Se requiere a todo nivel, organizaciones donde el poder de decisión esté mejor distribuido y coordinado, algo que implica por ejemplo, un empleo público moderno, espacios reales para el desarrollo de la innovación y nuevos liderazgos que permitan que todos puedan aportar su máximo valor.
Monica Retamal F.
Directora Ejecutiva Kodea
Directora Ejecutiva Kodea
COLUMNA DE MÓNICA RETAMAL PARA EL MERCURIO