
Si hay un espacio en donde la inteligencia artificial (IA) generativa ha provocado conversación y alarma es en las aulas y entre los profesores del mundo.
Es evidente que las nuevas tecnologías están tensionando al máximo el proceso de enseñanza actual y vemos con preocupación un aumento en la desmotivación tanto a nivel de estudiantes —cuya deserción en el sistema municipal es de 40,2% (LyD, 2022)— como de los docentes, quienes en promedio duran en Chile solo cinco años enseñando (U. de Chile, 2021). Si bien esas cifras esconden muchísimas razones, el efecto pantalla e hiperdigitalización es innegable.
Hasta aquí, las estrategias de enseñanza dentro del aula no se han visto realmente impactadas y son muchos quienes plantean que es la IA la llamada a cambiar el statu quo. Porque más allá de la posibilidad de dictar una clase mejor que cualquier profesor o ser humano existente, la IA podría impulsar una educación adaptada a las formas de aprender de cada estudiante, incluidos aquellos con capacidades diferentes.
Pero esa es solo una parte de la ecuación, ¿cómo logramos desarrollar las habilidades y competencias que se necesitan hoy de cara al siglo XXI en el sistema educativo? El reciente documento ‘El futuro de la Educación en Chile’, de País Digital y Accenture, recomienda el leapfrogging, que centra los esfuerzos en empoderar a los estudiantes como participantes activos y creativos de su aprendizaje, por sobre el tradicional enfoque centrado en los docentes y en la memorización.
¿Qué rol podríamos esperar, entonces, de quienes han estado a cargo de liderar el proceso educativo por más de 300 años? Según Rodrigo Fábrega, profesor del MIT que investiga la relación entre educación y tecnología, el docente cumple un rol de cuidado y vínculo, además de modelar la colaboración, fomentar el desarrollo de la empatía, pensamiento crítico y creatividad. ‘El profesor debe ser un facilitador que domine creativamente la disciplina de enseñar a aprender a aprender a cada estudiante y fomentar la importancia del aprendizaje durante toda la vida’.
Tras varios años de trabajo en el empoderamiento digital de docentes, en Fundación Kodea hemos evidenciado que dotar al sistema educativo de conocimientos, metodologías y herramientas tecnológicas e innovadoras ayuda a crear entornos colaborativos en el aula; fomenta el ejercicio de habilidades socioemocionales en los estudiantes, como la resiliencia, empatía, cooperación y consecución conjunta de objetivos. Con el reciente anuncio del Mineduc de incorporar contenidos digitales, programación e IA al currículum escolar, surge una oportunidad única para diseñar un camino que entregue al sistema educativo experiencias flexibles, dinámicas y significativas de aprendizaje; y, a su vez, apoye el tránsito hacia el nuevo rol que se espera del profesor en la era de la inteligencia artificial.
COLUMNA DE OPINIÓN DE MÓNICA RETAMAL PARA EL MERCURIO