La cumbre Celac-EU mostró el renovado interés de la Unión Europea por retomar su influencia en Latinoamérica y así compensar el avance chino. Los discursos de sus líderes incluyeron promesas de un nuevo modelo de desarrollo que no solo se concentre en la extracción de los recursos naturales necesarios para la transición energética y la sostenibilidad planetaria, sino que también ayude a desarrollar nuestras capacidades locales.

Lograrlo no es fácil, porque la región enfrenta hoy tres crisis: social (pobreza, desigualdad, inseguridad alimentaria), fiscal (presión sobre el gasto y recaudación insuficiente), y de crecimiento y productividad.

La UE anunció un paquete de 45 mil millones de euros para inversiones que aseguren una transición digital y ecológica ‘justa’. En Chile —con sus emergentes industrias de hidrógeno verde y litio—, el gran desafío es lograr que este auge redunde en mejoras sustantivas de la calidad de vida, en especial de las comunidades que albergan los recursos naturales.

The Economist publicó ‘¿Por qué los trabajadores latinoamericanos son tan poco productivos?’ (cuyo título original era ‘Una tierra de trabajadores inútiles’), en el cual hizo un análisis sobre la dramática trayectoria regional traducida en ‘explicaciones’ que década tras década han justificado la baja performance económica y que incluso —tras el mega boom de los commodities de los años 2000— dejó a la región con niveles de desigualdad similares al período anterior, acusando al auge energético y minero de desalentar la inversión fabril local.

El medio londinense enlistó factores estructurales: educación deficiente, poderosos oligopolios (en Chile 50 empresas representan más del 70% del PIB), corrupción y economía informal. ¿El resultado? En los 60 el ingreso per cápita de la región era tres veces el de Asia Oriental y hoy este último nos supera en un 40%.

En Latinoamérica, si bien Chile lidera en competitividad global, estamos en un momento de desaceleración sostenida de la productividad y el impacto en la educación pospandemia predice un retroceso general de las capacidades de la población. Karla Flores, directora ejecutiva de InvestChile, indicó que ‘necesitamos avanzar de manera ágil, porque el capital humano es clave para fomentar una economía basada en conocimientos’.

¿Cómo superamos la etiqueta de inútiles? Hoy el destino de nuestras economías y el avance en las cadenas de valor de productos y servicios están ligados a las capacidades y habilidades de los ciudadanos. Es clave aprovechar las oportunidades que nos dan los recursos naturales y no quedarnos como meros proveedores; entender cuál es el capital humano que se requerirá y formarlo, preparándonos para recibir los nuevos conocimientos que surjan. Que las capacidades se instalen en los territorios para ser amplificadas con innovación y conocimiento científico-tecnológico ‘Made in Chile’, aportando a la creación de valor mundial desde las industrias emergentes.

Columna de Mónica Retamal para El Mercurio